Problemas intestinales y de vejiga

La microbiota intestinal es el término colectivo que designa el rico ecosistema habitado por billones de microorganismos que viven dentro y sobre los seres humanos. En las últimas dos décadas, la investigación sobre la microbiota intestinal ha ido en aumento y ahora está claro que es un determinante clave de la salud humana y un importante regulador de la fisiología del huésped. Se cree que la microbiota humana es muy diversa, dinámica y sensible a los estímulos externos, lo que la convierte en un objetivo potencial y prometedor para diversas intervenciones terapéuticas (Cryan et al., 2019). 

Apenas hay un nicho del cuerpo humano que no esté habitado por un ecosistema diferente de bacterias, virus, hongos y otros microorganismos, pero las mayores zonas de colonización microbiana en el cuerpo humano son: la piel, el tracto respiratorio, los ojos, el tracto genitourinario y el tracto gastrointestinal. A pesar de la importancia de la microbiota respiratoria y oral, en el mundo académico se hace más hincapié en la microbiota intestinal por su impacto en diversos procesos cerebrales. Mientras que la investigación sobre el eje cerebro-intestino se centró inicialmente en la regulación de la digestión y la saciedad, la mayor parte de la atención se centra hoy en los procesos cognitivos de nivel superior y los efectos patopsicológicos resultantes de la ruptura de la comunicación entre ambos. Se cree que el deterioro del eje cerebro-intestino aumenta el riesgo de trastornos del espectro autista, depresión, esquizofrenia, trastornos alimentarios y ansiedad, entre otros (Finegold et al., 2012; Foster y McVay, 2013; Horne y Foster, 2018; Kleiman et al., 2018; Severance et al., 2015). 


Efectos de la dieta en el eje cerebro-intestino

La dieta es uno de los factores críticos que regulan la composición de la microbiota intestinal y tiene un efecto concomitante en nuestro cerebro y comportamiento. Los efectos de la dieta son tan drásticos que pueden producirse grandes cambios en la composición de la microbiota intestinal en tan solo 24 horas cuando las personas cambian su dieta de una basada en animales a una más basada en plantas y viceversa (David et al., 2014). 

Los microorganismos intestinales intervienen en la digestión, absorción, metabolismo y descomposición de los micronutrientes no digeridos, lo que tiene muchos efectos positivos y beneficiosos para el huésped.

  • Carbohidratos

Los micronutrientes más investigados son los hidratos de carbono, más concretamente la fibra alimentaria. La fibra alimentaria es una sustancia no digerible que está más concentrada en los cereales integrales, las verduras, las frutas, las legumbres, los frutos secos, las semillas y las patatas. Son una parte importante de una dieta equilibrada debido al subproducto fermentado que resulta de su descomposición por la microbiota del intestino grueso. Este subproducto fermentado son los ácidos grasos de cadena corta, que desempeñan un papel importante en el mantenimiento de la homeostasis inmunitaria y nos protegen de la inflamación y las influencias cancerígenas. Los ácidos grasos de cadena corta pueden llegar al cerebro atravesando la barrera hematoencefálica, pero su efecto en los procesos psicológicos aún no se conoce del todo (Zmora et al., 2018). 

  • Vitaminas y minerales

Las vitaminas y los minerales pertenecen al segundo grupo de micronutrientes y desempeñan un papel clave en la síntesis y el metabolismo de los neurotransmisores, cuya función principal es transmitir mensajes entre los nervios. Se cree que la microbiota intestinal sintetiza principalmente vitamina K y un grupo de vitaminas del grupo B, con las que, además de minerales, mantiene una relación simbiótica. Muchas bacterias intestinales necesitan minerales para crecer y desarrollarse, por lo que las deficiencias o concentraciones excesivas de minerales pueden provocar desequilibrios microbianos y la proliferación de muchos microbios patógenos (Zmora et al., 2018). 

  • Polifenoles y alimentos fermentados

Los polifenoles son potentes oxidantes que protegen nuestro organismo del estrés oxidativo y los radicales libres. Se encuentran en frutas y verduras, granos de cacao, frutos secos, cereales, especias, vino tinto, café y té verde. El 90-95% de los polifenoles no pueden ser absorbidos por nuestro organismo, por lo que son descompuestos por los microbios del intestino. Comer alimentos ricos en polifenoles tiene muchos efectos positivos para nuestra salud. Desde efectos antiinflamatorios y antioxidantes, hasta una mejora de la función cognitiva tanto en poblaciones mayores como jóvenes (Bastienatto et al., 2015; Devore et al., 2012; Gildawie et al., 2018; Philip et al., 2019). 

Kombucha, yogur, chucrut y kimchi son sólo algunos ejemplos de alimentos fermentados cuyo consumo se asocia al mantenimiento de un peso saludable y a un menor riesgo de diabetes, cáncer y muchas enfermedades cardiovasculares. El estudio de Stanford investigó los efectos de una dieta rica en fibra y una dieta rica en alimentos fermentados sobre la diversidad intestinal y el sistema inmunitario de adultos sanos. Descubrieron que la dieta rica en fibra mejoraba la función de la microbiota intestinal, mientras que las respuestas inmunitarias eran muy individualizadas. Alternativamente, una dieta alta en productos fermentados aumentó la diversidad de la microbiota y redujo los factores inflamatorios, teniendo así un efecto positivo en ambos parámetros medidos (Díaz-López et al., 2016; Gille et al., 2018; Mozaffarian et al., 2011).

 

 

Problemas de vejiga

Los pacientes también pueden experimentar problemas funcionales de la vejiga. Estos síntomas pueden manifestarse en:

  • Disfunción urinaria (incapacidad para orinar o dificultad para empezar a orinar).

  • Frecuencias de micción

  • Ganas de orinar

  • Dificultad ocasional para retener la orina

 

Retención urinaria crónica

"La retención urinaria es la incapacidad aguda o crónica de expulsar voluntariamente una cantidad adecuada de orina". (Serlin et al., 2018) La enfermedad afecta predominantemente a los hombres, las causas son complejas y se relacionan con causas iatrogénicas, neurológicas, inflamatorias e infecciosas. La retención urinaria crónica no suele ser de causa neurológica y es asintomática.

 

Síndrome de cauda equina

El síndrome de cauda equina está causado por la disfunción de varias raíces nerviosas sacras y lumbares en el canal espinal lumbar. Los signos y síntomas incluyen dolor lumbar, dolor que se extiende por la pierna, entumecimiento alrededor del ano y pérdida de control de esfínteres (Orendáčová et al., 2001). 

 
    • Bastianetto, S., Ménard, C., y Quirion, R. (2015). Acción neuroprotectora del resveratrol. Biochimica et Biophysica Acta (BBA) - Molecular Basis of Disease, 1852(6), 1195-1201. doi:10.1016/j.bbadis.2014.09.011

    • Cryan, J. F., O'Riordan, K. J., Cowan, C. S. M., Sandhu, K. V., Bastiaanssen, T. F. S., Boehme, M., ... Dinan, T. G. (2019). El eje microbiota-intestino-cerebro. Physiological Reviews, 99(4), 1877-2013. doi:10.1152/physrev.00018.2018

    • David, L. A., Maurice, C. F., Carmody, R. N., Gootenberg, D. B., Button, J. E., Wolfe, B. E., ... y Turnbaugh, P. J. (2014) Diet rapidly and reproducibly alters the human gut microbiome. Nature, 505(7484), 559-563.

    • Devore, E. E., Kang, J. H., Breteler, M. M. B., y Grodstein, F. (2012). Dietary intakes of berries and flavonoids in relation to cognitive decline. Anales de Neurología, 72(1), 135-143. doi:10.1002/ana.23594

    • Finegold, S. M., Downes, J., y Summanen, P. H. (2012) Microbiología del autismo regresivo Anaerobe, 18(2), 260-262. doi:10.1016/j.anaerobe.2011.12.01.

    • Foster, J. A., y McVey Neufeld, K.-A. (2013). Eje intestino-cerebro: cómo influye el microbioma en la ansiedad y la depresión. Trends in Neurosciences, 36(5), 305-312. doi:10.1016/j.tins.2013.01.005.

    • Gildawie, K. R., Galli, R. L., Shukitt-Hale, B., y Carey, A. N. (2018). Efectos protectores de los alimentos que contienen flavonoides en el deterioro cognitivo relacionado con la edad. Informes actuales sobre nutrición, 7, 39-48.

    • Gille, D., Schmid, A., Walther, B., y Verge`res, G. (2018). Fermented food and non-communicable chronic diseases: a review. Nutrients 10, 448.

    • Horne, R., y Foster, J. A. (2018). Medidas metabólicas y de la microbiota como biomarcadores periféricos en el trastorno depresivo mayor. Frontiers in Psychiatry, 9. doi:10.3389/fpsyt.2018.00513.

    • Kleiman, S. C., Carroll, I. M., Tarantino, L. M., en Bulik, C. M. (2015). Sentimientos intestinales: ¿Un papel para la microbiota intestinal en la anorexia nerviosa? International Journal of Eating Disorders, 48(5), 449-451. doi:10.1002/eat.22394

    • Mozaffarian, D., Hao, T., Rimm, E.B., Willett, W.C., y Hu, F.B. (2011). Cambios en la dieta y el estilo de vida y aumento de peso a largo plazo en mujeres y hombres. N. Engl. J. Med. 364, 2392-2404.

    • Orendáčová, J., Čı́žková, D., Kafka, J., Lukáčová, N., Maršala, M., Šulla, I., ... Katsube, N. (2001). Cauda equina syndrome. Progress in Neurobiology, 64(6), 613-637. doi:10.1016/s0301-0082(00)00065-4

    • Severance, E. G., Prandovszky, E., Castiglione, J., y Yolken, R. H. (2015). Cuestiones gastroenterológicas en la esquizofrenia: por qué importa el intestino. Current psychiatry reports, 17, 1-10.

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